Una noche, un descanso... Y un cafe con crema por favor [Damon S.]

El dia anterior había sido un completo desastre y me había pasado el día entero a escondidas en la oscuridad, otro día perfecto, por lo menos ya había oscurecido y podía salir hacer algo para variar.
Mi llegada al pueblo había sido realmente triunfal... triunfalmente un desastre. El accidente... el robo de mi talismán. ¡Dios!, mi talismán. Jamás imaginé que podría ser el objeto que mas codiciaría sobre la faz de la tierra, por sobre cualquier cosa. Incluso por sobre la renegada existencia del desgraciado que lo haya tomado... Como fuera, ya nada conseguiría maldiciendo de norte a sur.

Respiré profundo intentando relajarme, necesitaba un café... Quizás con doble crema, como los que solía tomar sentada en parís, frente a la torre Eiffel. No debí haberme marchado de mi tierra, mucho menos hacia aqui, donde no conocía a... absolutamente nadie por los momentos. Y ahora tambien sin coche, porque como habia quedado mi Camaro, le daría lastima hasta a los mas carenciados. Ya no valía nada, y me costaría mas arreglarlo que comprar uno nuevo.

Con la poca buena suerte que aún me seguía logre toparme con una cafetería, parecía buena... Entraría a usmear.
El interior era bastante acojedor y tranquilo, con música sonando y varias personas sentadas hablando animadamente. Me dirigí a una de las mesas desocupadas que daban del lado de la ventana. Asi al menos podría contemplar un poco de movimiento. El día en esa asquerosa cueva había sido, el primer día en mi infierno hasta que lograra convencer a la bruja que me hiciera un nuevo talisman.

No tardó mucho en llegar la camarera y le pedí que me trajera un cafe fuerte, con doble crema y un solo sobre de azucar. La muchacha se retiró, quizás despues podría tomar un pequeño vaso de Whiskey. Si... eso estaría bien. Lo unico bueno de todo el día, era que había podido saciar la sed que entre el accidente, la pelea, y Caroline me habian provocado. Finalmente, era un caso menos y cerrado.

Desvié mi mirada al local, había algun que otro vampiro allí. Pero, me quedé observando analizante a uno en especial. Su rostro era del tipico galan de telenovela, con una mirada malefica pero seductora al mismo tiempo, me sonreí de costado sensualmente... Algo que se me había escapado sin darme del todo cuenta. Poseía los ojos de un lobo, un depredador... Pero, antes que me tomara por presa y por las dudas, volví a desviar la mirada hacia la mesa. Apoyando mi rostro sobre una de mis manos, justo en el instante que la camarera traía mi pedido y lo colocaba sobre mi mesa.

- Gracias. - Apenas pronuncié, meintras mi tono francés seguia delatando que no era de allí.

El desconocido se tomaba el atrevimiento de caminar hasta mi mesa. Lo sabía sin siquiera tener que mirarlo, me comportaba con tranquilidad como si nada al rededor de mí sucediera. Abrí el sobre de azucar y lo descargué por completo sobre la crema de mi café, lenta casi casi peresoza introducí la pequeña cucharita mientras revolvía y miraba por la ventana la poca gente pasar.

Era de no creer, pero sin pedir el mas mínimo permiso se sentó frente a mi, y en mi mesa... < Vampiros > pensé a mis adentros. Hizo una pregunta a la cual podría haber respondido de inmediato, pero esperé a darle mi primer trago al café para luego contestar.

- En realidad, con ganas de no haber salido jamás de alli. - Quería mantener la compostura, no le conocía y desde que le había quitado la mirada, no habia vuelto a devolvercela. - No obstante, de donde yo vengo, escuchar conversaciones ajenas es de mala educación. - Me sonreí cinicamente de costado, y clavando mis grisaceos ojos que despedían sensualidad y al mismo tiempo indiferencia proseguí la conversación.

- Creo que no se a presentado, Caballero. Pero, lo haré yo primero. Mi nombre es Charlotte, y llegue hace apenas un día. - Luchaba por no recordar el infierno que era mi existencia desde que había puesto un neumático sobre Mystic Fall's... - Tal vez lo considere un poco imprudente, y perdiendo un poco con la cordialidad del siglo pasado... ¿Hace cuanto tiempo estas aqui?. - Mi cara simplemente delataba la desesperación que me provocaba un lugar tan pequeño y que aún mas se reducía por mi mala racha.

Lo miré sin poder creerlo. ¿Acaso estaba de broma?... Me reí por lo bajo al mismo timpo que negaba y mordía mi labio. Respiré profundo para ahogar la carcajada que se quería dar paso por mi garganta y rodeando la taza con ambas manos miré la crema en mi café. Antes de habarle nuevamente volví a mirarle pero esta vez con la risa pintada en los ojos y de manera energica.

- Entonces he de suponer que no has muerto nada mas porque no podes. - miré de reojo sus manos y pude notar que llevaba el talismán. - Debe ser porque puedes andar bajo el sol, y no tienes que pasar el dia en una caverna o algo parecido. - Sonreí con ironía y volví a beber de mi cafe.

- De cualquier modo, Damon. Me agrada compartir a mesa de vez encuando. - asenté la taza sobre la mesa nuevamente, y me dediqué por pasar mi dedo indice al rededor de la orilla de esta de manera juguetona. - Por lo que va de mi, intento parecer normal. - Rolee los ojos con aquella palabra, nada en mi para estos entonces era normal. - Conseguí trabajo como secretaria administrativa del alcalde y como gerente de la biblioteca... Pero, se complica siendo que hurtaron mi anillo, es un poco dificil parecer normal si no sales completamente de día. - Me quedé pensativa mientras mordisqueba mi labio y pensaba en que si Bonnie sería capaz de hacerme un pequeño favor...

Si lo cazaba en el aire, levanté mi ceja mientras sonreí de una manera torcida y con cierta malicia. ¿Acaso penso que podría venir a conquistarme con su sonrisita de galan epedernido?. Mal pensado.

- Veo que adoras nuestra conversacion, que deberías recordar, por cierto. Porque, pienso vengarme de quien se tomo el tiempo de firmar su pena de muerte al tomar mi talismán - comencé a hablar cada vez mas bajo, de manera que solo el pudiese escucharlo. - Y no dudaré en arrancarle articulación, por articulación comenzando por el dedo en el que lleve mi anillo. - comenté mientras observaba su perfil y daba otro sorvo a mi café. Respiré profundo y volvi a nuestro tema...
- He de suponer tambien que adoras jugar con fuego... Pero, conmigo te puedes quemar. - Asenté la taza sobre la mesa y mi sonrisita se volvió sarcástica de norte a sur. En aquellos momentos, me importaba tres bledos que pudiese hacer Bonnie, por matar a otro vampiro y a una cafeteria llena de inútiles humanos.

Comencé hablar con gesticulaciones de una típica enmorada. - Te lo dejaré claro. Si crees que podrías conquistarme con una sonrisita y tus ojitos de lobo. - Pestañee un par de veces, y puse mi mano en la base de mi cuello. - Te equivocaste de vampiro. - En aquel preciso instante mi rostro perdió la gracia del sarcásmo y los pestañeos... Quería dejar bien en claro mi posición. Bajé mi mano con pesadez a la taza nuevamente, sin quitarle la mirada de ensima, la llevé hasta mis labios y bebí intentando que la exaltación se fuera con aquel trago.

Recuperando entonces una mesquina sonrisa proseguí. - Vamos hablar algo que si te interese. La bruja... Bonnie, ¿hasta que punto puede ser útil.? - Aunque dudaba que respondiera a mi pregunta despues de todo lo que le había dicho. Pero bueno, el debía apañarcelas, después de todo había sido el quien se arriesgó a conocerme al venir a ocupar un lugar en mi mesa.