Accidentada, hurtada... ¿Y donde santos estoy?

El viaje habia sido aburrido, y si fuera humana... Tambien podría decir agotador, pero siendo vampira afirmaba que había sido muy "seco". No había conseguido una sola gota de sangre en todo el dia. Finalmente decidía migrar a otros lados. Donde las rutas me marcaran. Pero, mi GPS habia dejado de funcionar al tomar la intersección con las rutas que dirigían a un pueblo llamado... Llamado. No improta, cuestión que seguí conduciendo mi precioso Chevrolet Camaro rojo cromado, descapotable sintiendo el aire la velocidad en el rostro y el cabello, las curvas rapidas. El placer de manejar sin temer a la muerte pero, faltaba poco para que el sol se asomara por el horizonte.
Me distraje un momento mirando mi anillo de lapilazul, y algo se cruzó por el parabrizas del coche aboyándolo. Por un reflejo, dí un volantazo a la izquiera y para mi muy mala suerte no muy lejos había una curva cerrada, quice retomarla, pero ese "algo" toco la trompa del lado derecho del coche y volví a perder el control del coche derrapando hasta el final del asfalto, de allí en mas los neumáticos tocaron la banquina hacia abajo... El coche volcó y salí expedida de él despues del segudo giro.

Sobre el pasto y desparramada Dios supo como, levanté la mirada y podía ver el coche con la trompa torcida contra un arbol medio caído... Al parecer estaba en el bosque que rodeaba la carretera. - Desgraciado. - Bufé maldiciendo por lo bajo, volteando mi cuerpo con pesar, enfocaba y desenfocaba las copas de los arboles viendo como el cielo se había aclarado un poco mas.

Carraspee con dificultad, sintiendo el sabor a mi propia sangre. Sentí un movimiento a mi alrededor, el de sin dudas un vampiro... Me obligué a mantenerme alerta y levantarme, aunque algo tambaleante ahora sentía mas sed que antes.
Fui derribada con facilidad aunque quien me atacaba dificilmente podría ser mucho mas fuerte que yo. Mi error había sido dejarme estar. Lo golpee un una raíz de arbol salida que arranqué del piso, pero cada movimiento me era un lastimero derroche de energía. En medio de la poca luz que los frondosos arboles permitían pasar, mi atacante se levanto golpeandomé contra la dura corteza de uno de los árboles.



... - Pero Cristopher, no te pensaras ir a esta hora. - Su mirada de rabia... el aún no lograba comprender mis motivos, mi forma de sentir...

- ¡Observa como me voy!. ¡Y ni se te ocurra seguirme...! - Sus gritos eran las lagrimas de mis oidos, su chaqueta de cuero marrón, su perfume... El color de su piel... Sus ojos verdes, aquellos cabellos negros revueltos. Tan guapo, tan independiente... tan humano. Obligué a mi cuerpo permanecer en medio del pasillo, el ya tomaba el picaporte abriendo la puerta con brusquedad. - Te amo Shar... - Pero, su mirada en el piso me decía todo, lo había decepcionado. - Pero, no lo comprendo aún... - Se fué cerrando lentamente la puerta.

¡Dios cuanto odiaba que hiciera eso!. Giré y me desquité lanzando todos aquellos adornos sobre la comoda al piso. Incluyendo la foto, nuestra foto... Me acerqué al retráto caido al revés pero visiblemente con el vidrio roto. Lo recogí de mala gana, cortandomé los dedos...



Como arde, si arde como el sol... ¿¡Arder!?. Abrí los ojos de golpe y respirando casi con desesperación, voltee el rostro, y mi mano se quemaba con los primeros destellos de sol. Me aparté, levantandomé veloz y molesta hasta toparme con la corteza de uno de los árboles. Me habían hurtado el anillo...

- ¡Diablos! - Grité con histeria pateando la tierra bajo mis pies, con las zapatillas blancas embadurnadas en sangre seca. Al observarme mejor noté el completo desastre que estaba hecha, manchada con algo de lodo y sangre en las piernas donde mis heridas ya habían cerrado, mis shorts de jean cortos impregnados de tierra, algunas manchas de sangre. Mi remera azul electrico algo rasgada, y percudida por la tierra. Y finalmente mi chaqueta de jean que daba lastima de todas las manchas que poseía.
Me giré mirando el arbol a mis espaldas, con una interesante mancha de sangre, que habría sido tal vez del golpe con mi cabeza, la cuál me toqué con desesperación, encontrandomé con una pequeña yaga de lo que realmente debió ser en primer momento. Ya no sangraba, pero si notaba para entonces que tenía parte del rostro con costras de sangre.

No era necesario verme el rostro para saber que mis cabellos estarían enmarañados, con hojas y manchas de sangre. Resoplé de mala gana y apoyandomé en el arbol me deslicé hasta apoyar mi cola en el terroso terreno.

No contaba con los suficientes insultos para explicar todo lo que estaba desmarañando en mi interior, y aunque los lanzara de norte a sur... Nadie me escucharia que sentido podía tener, la sensación de estar limitada a poco mas de nueve horas de libertad absoluta, comenzaba a desesperarme bastante rápido. Quizás demaciado. Y tenía sed, mataría por unas gotas de sangre, y si no tenía de otra tendría que beber de animal. - ¡Matame Señor! - Grité mirando hacia el cielo y separando mis manos, ya no podía creerlo. Acerqué mis piernas a mi pecho y las abracé con ambas manos. - O envíame uno de tus corderos... - Murmuré maliciosamente mirando hacia un costado. Quizás con ello si tenía suerte, alguien podría ver mi auto ensanguchado contra el arbol fuera de la banquina. Si no había sido que mi tan amable atacante lo haya escondido para no dejar pruebas.

No podría saberlo desde la distancia en la que estaba, y debía permanecer donde me encontraba si no quería ser vampi-frito. - Que buena llegada, nunca me la hubiera podido planear mejor. - Me levanté sacudiendomé la ropa intentando en vano quedar un poco mas presentable. No tenía de otras... Solo esperar.

Me sentia desvariar, las penumbras cada vez se minimizaban y el reflejo del sol en mis ojos no era exactamente un baño termal. Los cerré y eché mi cabeza hacia atrás esperando lo peor...


... Tocaron a la puerta a eso de las seis de la madrugada. Me acerqué a la puerta principal, lento... desconfiando. Casi con miedo... Volvieron a golpear. Deseaba que fuera Cristopher, pero no. Sabía muy bien que no era el. No era su fragancia, no era su aroma el que se filtraba por debajo de la puerta ni por la ranura de la llave.
Abrí finalmente la puerta, y un oficial de la policia, quitándocé su sombrero tomo aire, pero yo ya me esperaba lo peor desde el momento en que habían tocado a la puerta...

- Es usted la señorita Charlotte Rousseau. - pero, porque tanta formalidad... Mi novio no habia ido a la guerra, solo regresaba a su casa. Evité que mis ojos se humedecieran, sabía que notarían la diferencia, pues los vampiros lloramos lagrimas de sangre. - Si... Lo soy. Y creo saber que ha venido a decir. - Dije con desgano, y el hombre bajo la cabeza...

Tras unas tazas de café, me confesaba como había fallecido, lo del accidente, del derrape... Del choque contra los arboles. Pero, me aclaraba que no había sido la causa de su muerte. Puesto que habia caminado algunos metros lejos del coche... El había sido atacado por un vampiro, no existía ningún animal salvaje que pudiera hacer semejante atrocidad, a ignorancia del oficial, claro estaba.
Dejando a la espera al oficial me encerré en el baño, llorando con desconsuelo. Intentando no volver a ser lo que había sido antes de conocerlo. Pero, de nada valía el odio volvía una vez mas, y esta vez para quedarce.



Me desperté exaltada por un fuerte golpe y crujir de ramas, estaba cansada de desvanecerme y tener aquellos recuerdos que procuraban con sutilezas que por mas que no los soñara estarían alli para torturarme de vez en cuando, y sobre todo cuanto mas debil estuviera...

Giré con desgano mi rostro para ver que había sucedido, y no pude evitar la sonricita de gracia que me había robado la escena, la joven humana se acababa de caer por la colina, que me recordaba a una jovencita en una película... Una que no recordaba muy bien su nombre, pero, si que era morena y no rubia.

Me había vuelto a sentar y pocas ganas de levantarme tenía. Pero ella al parecer, estaba muy energica y parecía buscar algo... Me encontró con la mirada, y se acercó algo atemorizaba, lo podía sentir. Y como para no estarlo, en medio del bosque, con una persona accidentada como para estar muerta... Me preguntó si estaba bien, a lo que me sonreí de costado con un poquito de sarcasmo.

- No lo creo, al menos... No del todo. - Y luché por levantarme del piso. - ¿Vienes con alguien mas?. - Pregunté afirmandomé en el arbol que tenía a mis espaldas, alejandomé del reflejo de luz que me separaba de ella. Una suave brisa me traía el viejo aroma a la verbena.

< Diablos >, pensaba para mi misma. < Señor, no solo me mandaste una cordera, si no que ademas... Me harás mendigar. ¡Perfecto!...>

Sus latidos aumentaban... Y dios santo, eso me mataba. Me resistía al máximo de mi potencial para no salir al vuelo hacia su cuello. < Hay que dificil me la estas haciendo niña > volvía a pensar para mi misma. Cuando por mera obviedad me preguntaba si mi auto era el que estaba estacionado sobre el arbol, me sonreí cínica a un lado. Me daba gracia que preguntara aquello, estando yo en una posición tan lamentable. ¡Claro que yo iba en ese sandwich de ojalata que vió al costado de la carretera!, definitivamente no era una de las chicas superpoderosas...

¿Sheriff del pueblo?... Su madre Sheriff?, ¿y dando vueltas por ahi?. No me olía para nada bien, por lo general los grandes mandatarios sabían de nuestra existencia, y siempre necesitaban de un oficial mayor de la policia para mantener el orden... Ya no me olia bien.

Pero, antes que pudiera reaccionar del todo, ante el olor asqueroso a la verbena y su delicioso aroma, me encontraba en un laberinto personal bastante importante. Era hablar y ... y hacer quien sabe que cosas. O era mantenerme callada y atrasar el mayor tiempo posible el desastre. ¿Que haria?.

¿¡Paramedicos!?, seguramente notarian una o dos cositas de mas... Por ejemplo ¿Como habia sido que mi tremendo golpe en la cabeza no había matado?. ¿Como no me había desangrado?.
Y lo mas importante, ¿Quien sobrevive a semejante accidente sin marcas en el cuerpo?. Y eso que no llegaba al punto de: No latidos, no temperatura. Infinidad de detalles.

Cuando finalmente, mi cuerpo respondió a mi constante castigo de < controlate, no es el almuerzo... No aún >. Ya era demaciado tarde, la pequeña barbie ya había dado la alerta que me encontraba allí. Y no solo eso. Si no ademas, que vendrían quien sabe cuanta gente para hacer un rastrillaje... Estaba al horno, pero sin papas, lo cual era una lastima, saldría mas sabrosa con papas.

Cuando observé, las islas de rayos de sol se desvanecían. Miré al cielo, y las nuves me hacían el favor de tapar el sol. Pero, no podía confiarme, en cualquier momento la brisa podría volver a despejar el cielo y freirme.
- No debíste llamarlos. Es decir... - Que me hiba a poner a contarle una historia de hacía trecientaitantos años, de como fui violada por un vampiro, y como ese mismo había matado a mis padres y convertido. No, demaciada información gótica para la chica.

- Estaba... eem. - Me acerqué a ella para observar mejor su collar de verbena, era de plata. Por demás, si querían alejarle los vampiros, con la verbena bastaba - ... Conduciendo... eems... ¡Ebria!. - Se me ocurrio por decir. - Si... - La tomé de sus hombros. - Y si tu madre es Sheriff no dudará en meterme presa. - ¿Ah si? . Lo que fuera para mantenerme alejada del sol.

Me sonreí con simpatía. - Que lindo collar, me recuerda a uno que me regaló mi... tía. - Digo mordiendomé el labio, el deseo de sangre volvía, pero, la inmunda fragancia a la verbena me mantenía en punto. - ¿A ti quien te lo regaló?. - Dije fisgoneando mi cuello como para disimular, si me contestaba ya sabría quien estaba al tanto de que aquí habían vampiros.

- ¡Hay no! - Dije actuando con histeria - ¡Perdí mi collar.! - Comencé a buscarlo por donde estaba sentada, mientras esperaba que me contestara. - ¡Era de plata tambien!. Si no me lo ven me matan. - Si, claro... Como si fuera tan facil, aquellos pensamientos me hacian mucha gracia a mi misma, que me esforzaba por no largar la carcajada.

La chica irradiaba altanería de norte a sur. Rolee los ojos sin que me viera, puesto que me serviría para sacar algo de información antes de adentrarme a la selva que debía ser ese pueblo. - Tienes razón. - Dije enderezandomé y dando por finalizado el tema del inexistente collar de plata. Pero, si me preguntaba por mi anillo...

- ¿Una amiga?, hay que bueno. Despues que salga de este rollo. - Lo cual si me metían presa por ebriedad dudaba que pudiese salir rapido. - Podrías presentarnos... Aunque. - Heché un vistazo nuevamente al collar, para luego volver a su mirada. - No tiene muy buen gusto, pero viendotelo puesto queda de maravillas... Por favor dime que la chica no se peina con la raya del cabello en medio... Porque juro que vuelvo al coche, y me lanzo devuelta a la banquina - Terminé por decir intentando ser parte de su clerigo, despues de todo. Ya que importaba si no conocía a la fulana.

- Hay casi me olvido. - Dije tocandomé la cabeza con un poquito de dolor, fingido... por supuesto. - Debe ser el golpe, que te apuesto que los paramédicos no me dejarán dormir por varias horas por esto. En fin, - Dije luciendo una sonrisa resplandeciente y convincente de que en realidad estaba de maravillas o sumamente demente. - Mi nombre es Charlotte Rousseau. ¿No me crees afortunada?... Reventé el coche contra un arbol, que por cierto antes se volcó dando dos giros, y aqui estoy completa. - Si, afortunada... Afortunadamente soy vampiro, si no... no estoy aqui para jactarlo.

- De ahora en mas creo que tendré que creer en los milagros... Si, comienzo a pensar que esto es una señal o algo por el estilo. - Me hago la reflexiva, mi juego de hilos querían llevar a un solo lugar. Ya me había dado cuenta que estaba hablando como un perico, pero era la idea... La idea era confundirla, perderla. Parecer torpe, hueca... lo que fuera para que se sintiera confiada, superior.

Su cambio de actitud, como la de una montaña rusa sinceramente habia terminado por sorprenderme, no era la barbie muñequita de plástico que pensaba. Sin embargo, los paramédicos estarían aqui en cualquier momento. No obstante tenía que confiar en ella, no tenía otra opción y sobre todo porque sin el anillo y a plena luz del día no podría hacer mucho..

Confianza... ¡Confianza!. ¿Hasta donde podría confiar en ella?, es decir, ¿hasta mi mayor secreto?... Tendría que pensarlo demaciado apenas la conocia. Pero, la idea de estar expuesta al sol sin el talismán no era nada bonita. Ni para presenciar, ni para vivirla.

- Muchas gracias, Caroline. - Le dije con un tono dulce, y sonriendo. - Jamás olvidaré lo que has hecho por mi. - Y caso cerrado, a esta chica jamás le pondría un colmillo ensima... Aunque en estos momentos era la mayor tentación que me estaba imponiendo a mi misma. ¿Resisitiría realmente?. Ante todo aquello, mis trecientaitantos años parecian solo un chiste, nunca imaginé que tendría que poner tanto de mi misma, mucho menos porque ese alguien que intentaba proteger de mi, fuera una recien conocida de un pueblo que nisiquiera sabía como se llamaba.

- Carol... - Dije con un poco mas de confianza y dejando el tema de Elena, su amiga conocedora de vampiros a un lado. - ¿Donde estoy?... Es decir, ¿Como se llama el pueblo?. Mi GPS se falló al tomar las intercepciones a la carretera. No es de mis mejores dias. Quizás debí quedarme acostada. - Me sonreí con debilidad y me dejé reposar en un arbol.

Aunque ahora el sol no era el problema. Mi estado de sed, comenzaba a serlo.

Asique estaba en la "bendita" tierra de Mystic Fall's. Cuando pudiera salir de alli, iría directo a investigar sobre este lugar, era extraño... Y en todo el alrededor se sentia un aire distinto al resto. Es decir, ¿Que cosas escalofriantes habian sucedido alli que me atraía tanto?.

El cielo dió algunos centellos, y antes de que las gotas llegaran al piso yo ya sabía que venían en camino. Me quité la chaqueta de jean, mientras oía las quejas de Carol, no era la unica... Yo solo lo hacía en silencio.

- Bueno, se que no es un tapado francés. Pero, te lo ofresco si no quieres enfermarte. - Sonreí extendiendolé el pedazo de tela que había sido alguna vez una canchera chaqueta de jean... Las cosas que hacen los vampiros. - Yo, con la suerte que traigo, no me voy a enfermar. - Me reí divertida. - Quizás nada mas me derrita quien sabe... Día de locos. - Calmé mi sonrisa, por un momento. Escuchaba pasos ligeros quebrar las ramillas del bosque en adelante, y por sobre la colina.
Me temía otra accidentada... Pero, no podía levantar mas sospechas de las que ya estaba levantando.

Una energía poco peculiar, y un aroma nuevo para mi se acercaba con seguridad, la chica tenía el mismo poder que... ¿Sería posible?. Si lo era, estaba en un aprieto aún mas grande.

- Soy de Francia. - Le comenté a Caroline, como para sacar tema de confersación. - Pero con mi castellano e ingles. Mi asento ya no se sabe que és... No te culparía por no reconocerlo. - Me sonreí de costado, volviendo la mirada a la colina frente a nosotras.

- Que te apuesto que tu amiga se llevará una gran sorpresa. Seguramente, que abrá pensado que me encontrarían en pedacitos reenzamblables. - Me sonreí imaginandomé algo asi. - Tu madre lo debe saber tambien. - Continué comentando para intentar que la joven abriese los ojos... Literalmente claro.

Carol y a pesar de su narcisista forma de ser, de la cual no me quedaban dudas... Pero, me quedaba por demás claro que había conocido cosas peores. Su amiga se acercaba, estaba a apenas algunos pasos, y venía apresurada. Pero, sin saber que hacer exactamente hice como si no pudiera oír mas alla de lo que Carol oía.

La muchacha morena, con una piel hermosa y ojos verdes se acercó a Caroline algo preocupada, en lo que yo por instinto intentaba alejarme sin que lo notacen. Estaba en un gran apretón, entre la joven de la verbena y la bruja que acababa de aparecer en la escena.

Casi creí empalidecer mas de lo que ya era, cuando me preguntó como estaba, y atinó a tocarme... Intenté evitarlo pero ya era bastante tarde, lo había hecho. ¡Perfecto!, su reacción fue bastante curiosa, al parecer no le agradaban los de mi especie.

- No te preocupes, Caroline. - Dije con un tono de voz pasivo sin dejar de mirar a su amiga, Bonnie. - Comprendo el porqué de tu amiga. - Pausé un momento para analizar todo lo que estaba sucediendo.

Carolina, la chica del collar con verbena, no me había reconocido ni meramente sospechado de que ningun ser sobre la tierra sobreviviría a semejante choque. Por lo cual, la joven debió tener contacto con un vampiro o vampira en su defecto.
Su mejor amiga, quien le regalo el relicario, al parecer queriendo incertó verbena en el collar, y seguramente no era proque era la mejor perfumada... Entonces, Elena... sabía de vampiros y sabía que su amiga peligraba con alguno de ellos.
Y ahora estaba Bonnie, una bruja poco avanzada pero que tenía un poder en potencial que aún no explotaba.
¿Lo gracioso?, que al parecer Caroline tampoco estaba enterado de ello. ¿Acaso Elena sabría de Bonnie?... ¿Y porque mantendrían tan fuera de foco a la joven?, después de todo los vampiros no eran un tema el cual subestimar. Y mucho menos si son del tipo que se encargan de derribar autos en la carretera, y robar talismanes.

Pensativa me crucé de brazos, esperando por la reacción de Bonn. No conocía que tipo de poderes ya manejaba, y tampoco me encontraba en condiciones para andar averiguandolo. Mantendría perfil bajo, primero porque no había llegado aquel lugar deseando causar problemas, y segundo porque no me quedaba otra opción.

Mantuve mi mirada firme, sin despegarla de Bonnie, como si quiciera leerle la mente. Entonces mandó a Caroline a buscar un refugio cercano, me sonreí de lado una vez que ella no estaba. Mientras escuchaba las amenazas de la "amiguita" nueva que habia conseguido. Que poco amistosa resultaba ser.

¿Acaso me había visto haciendo rarezas en el lugar o a Caroline?. No, yo era tan victima como ella en estos precisos momentos. Respiré profundo, y por un momento intenté aclarar mi mente y contestar con tranquilidad y sabiduria.

- ¿Crees que he venido para irme?. - Me separé del arbol enderezandomé mientras tomaba de mala gana el botiquín de primeros auxilios. - Pues te equivocas... Y en grande, ¿acaso crees que iría a estrellar mi costoso auto contra un arbol para atraer a una niña y asi bebermela?. Por favor... - Pausé para mirarla algo irónica. - Puedo hacerlo mejor que eso. Y no me iré de aqui por una buena razon. - Levanté mi mano donde solía estar mi anillo, el valioso talismán de lapislazul. - No sólo se estrelló contra mi coche a propocito, tambien me hurtó mi anillo. Dudo que haya sido un vampiro que ya lo posea. - Me crucé de brazos, dandolé tiempo para pensar, pero no el suficiente para contestar.

- Y no creo que sea una idea muy coerente amenazarme. Te comprendo, bruja... Pero, yo no soy la culpable del caos que pueda haber en tu ciudad. Y siendo conciderablemente poderosa, quizás os convenga tenerme a favor y no encontra. - En el viaje jamás me habia imaginado que podía encontrarme con tantos rollos en el camino, y que ademas, me preocuparía por quitarlos del camino...

La lluvia se intensificó, y despegué la mirada de la joven morena para mirar al cielo y sentir como las gotas frescas de agua lavaban un poco mi rostro, me refregué y miré a Bonnie, expectante. Justo en el instante que escuchaba los llamados de Caroline desde sendero arriba.

La mujer era mas engreida que la misma Caroline. Rolee los ojos sin prestarle mas atención. Coloqué mis manos en los bolsillos traseros de mi pantalón.
Pensaba que con todo eso de bruja iba a poder intimidarme. Pero, la realidad esque ni estando en la vergonzoza situación que me encontraba iba a permitirle tratarme de ese modo.

- Escuchame, no me importa si eres descendiente del Mago de Oz. Y mucho menos me interesa lo que puedas hacerme o dejar de hacer.- Determiné con firmeza, yo no había ido hacia ella con altaneria, nisiquiera hacia su propia amiga. - Hay muchas cosas que desconoces de mí. Y que realmente, no me importa que alguna vez vayas a conocer. - Me encaminé a la cabaña sin necesitar la mas mínima ayuda.

Si le gustaba jugar acido, no era la unica que sabía mover las fichas. - Es mas. - Me voltee mirándola. - Si quieres complicarte la existencia, mátame. - Encogí mis hombros, había sido un día de terror, y la verdad que no estaba para soportar locuras de otros locos que no fueran yo. - No estoy interesada en hacer mas daños... Si hubiera querido drenar a tu amiga, simplemente le arrancaba ese ridiculo collar del cuello. Pero, no lo hice... Y no te imaginas cuanto muero de sed. - Terminé por darme cuenta. Con tanto lio habia olvidado cuan sedienta estaba, aunque mis sentidos seguian al cien por ciento alertas.

Me giré, sin decir nada mas, y continué el camino al refugio esperando a Bonnie, para hacerme la convaleciente y que ella cumpliera con la palabra que le había dado a Caroline

Me reí por su comentario, cualquier cosa era buena en aquel momento. Sobre todo si podía dejar de discutír con Bonnie. - Gracias Caroline, no me meresco tantas atenciones de tu parte. - Me sonreí quedamente mientras permanecía sentada. En medio de las penumbras sabía perfectamente que no podían ver bién. Pero, yo sí...

No quería imaginarme si por casualidad el extraño vampiro volvía... Yo no me encontraba en condiciones ni para defender una mosca. Quizás la misma mosca se defendía mejor a sí misma volando desesperadamente que esperando a que yo pudiese hacerle frente a otro de mi raza. Eso me enfadaba, sentirme despues de trecientos años, nuevamente un feto. Que asco...

- ¿Que les parece si hacemos una fogata? Creo que esta un poco gélido aqui. - Les pregunté mirando sus ya oscurecidos rostros por las sombras del lugar. - Es decir, ahi esta la boca de la chimenea... - Miré a mi costado izquierdo. - Y a juzgar por la antiguedad de la construcción siempre dejan troncos trozados junto a estas... - La deducción era bastante lógica, me levanté intentando parecer lo mas frágil posible, a lo que seguramente Bonnie estaria repudiando desde lo mas profundo de su ser. Pero, bueno era eso... O hacer obviedades.

Tanteando con las manos por el polvoriento piso encontre algunas tablillas que podían ser útiles. - Que tal si me ayudas a prender el fuego, Bonnie. - Me voltee y la miré con una seriedad remarcada. - Nada mas necesitaré esta barilla pero, necesito que me alumbres. - En realidad de boyscaut, no tenía ni los cordones de las zapatillas, pero si era bruja sabría encender fuego en materiales sólidos... o liquidos.

- Caroline. ¿Tienes señal?. Sería bueno que le avises a tu madre que estas bien. Creo que con lo que me paso ya no queremos mas. ¿No?. - Sonreí amable hacia con ella, porque... aunque ambas eramos personas dificiles de roer, habiamos logrado encontrar la llave para el cerrojo de nuestras personalidades ocultas.